El jueves pasado nos enteramos de
la horrible noticia del fallecimiento de Terry Pratchett. Con sesenta y seis
años, el escritor nos abandonó en su casa de Inglaterra rodeado de sus seres
queridos y con su gato en el regazo. Pero no debemos pensar que nos dejó solos,
porque deja tras de sí un legado literario incalculable.
Pratchett es único. Sus novelas ambientadas en
Mundodisco a simple vista pueden parecer fantásticas e incluso a veces
rocambolescas, pero tienen un fondo de crítica social y de reflejo de la
situación actual impresionante. Su pluma, su manera de escribir, le hizo
convertirse en uno de los grandes mitos de la literatura fantástica, pudiendo
equipararse a figuras de calibre tales como J. R. R. Tolkien.
Si no os habéis introducido en el
mundo de Pratchett, deberíais hacerlo cuanto antes. El Color de la Magia es su primera novela, si seguimos algún orden,
aunque no es estrictamente necesario. Aunque en el momento podáis pensar que no
tiene sentido, o si incluso este mundo tan estrafalario os llegara a parecer aburrido, os recomendamos que sigáis
leyendo, que esperéis hasta el final. Porque, llegados al final, os habréis
adentrado en Mundodisco, y ya seguramente no podréis salir. Todos los libros de
la serie están en cierta manera relacionados por estar ambientados en el mismo
lugar, pero a la misma vez cuentan historias diferentes, así que es difícil
saturarse del tema. El Mundodisco tiene tal complejidad que hay publicados
hasta libros sobre su ciencia, que contaron con la colaboración de importantes
científicos. Y como ejemplo del gran talento y de la mente brillante de su
autor, los últimos libros vieron la luz cuando Pratchett ya sufría Alzheimer, y
son auténticas joyas del género, a la par que los anteriores.
Como recomendación nuestra, os
sugerimos que los leáis en su lengua original, el inglés. Su vocabulario,
incluso a veces inventando palabras, es una de las cosas que hace más especial
a su autor. En castellano, hay muy buenas traducciones, pero siempre en la
traducción se pierde poco de magia.
Y nos despedimos con una de sus
frases,
“La historia tiene la costumbre de cambiar a las personas que se creen que
la están cambiando a ella.”
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