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viernes, 14 de enero de 2011

TINTÍN EN CHINA

HISTORIAS DE NUESTRO ALMACÉN
Capítulo segundo
UNA JOYA INESPERADA

El otro día llamó a las puertas de nuestro almacén un señor bajito con unas gafotas enormes. Los chicos nos contaron después que cuando le invitaron a pasar se presentó como Edmundo Bodinet, librero y bibliófilo porque, según él mismo dijo, su pasión nació cuando estas dos cosas siempre iban juntas. Decía ser natural de Bélgica, aunque conociera bien el castellano, pues su madre era de origen español.

—A pesar de mi edad —dijo; y en efecto, se trataba de un anciano—. No he perdido el gusto por la literatura juvenil, ¿saben? En especial por Tintín —en este punto apareció tras el grueso cristal de sus gafas un fulgor muy vivo—, por el que siento una suerte de identificación… Yo también he viajado mucho y he vivido aventuras sin cuento en busca de mis libros.

»Pero en mi extensa colección de tintines hay una edición que falta y que siempre se me ha resistido… aunque, según mis últimas informaciones, ha llegado no hace mucho a su almacén. ¿Es esto posible?

Los chicos le contestaron que por allí había un intenso tráfico de libros y también de tintines y que si era tan amable de proporcionarles los datos de esa escurridiza edición, se la buscarían.

—Se trata —comenzó a explicar Edmundo— de un pequeño librito fabricado y diseñado en China y que poco le debe a Hergé excepto en su inspiración… La última vez que pude verlo fue en Beijing, en manos de un gran coleccionista, y les puedo asegurar que es el tintín más raro que existe y yo hasta diría que su aspecto enfurecería a cualquier purista.

Los chicos se pusieron en marcha y pronto le entregaron la pequeña joya.

Portada


DING DING LIXIAJNI


ISBN: 9787531206965
24 pp. 14x14, rústica
Editorial: Magic
Año ed. 2005
Género: Cómic

 






Edmundo, feliz como un niño con zapatos nuevos, lo sostuvo con ambas manos y sonrió ampliamente.

—Fíjense, jóvenes, en este ratoncito de la portada. ¿Se imaginan a Hergé dibujando semejante cosa? —después ojeó el cómic ávidamente hasta que, de repente, prorrumpió en una gran carcajada—. ¿Han visto esta viñeta? —y la señaló con el dedo enérgicamente—. ¿Qué clase de moralista podría dibujar demonios en una historieta de Tintín?

Página interior

—Sí, así es —murmuró el anciano enjugándose las lágrimas—. Se trata del tintín más raro del mundo, ¿no les parece, jóvenes?