Modiano es el rey del ‘durante’. Durante su lectura se disfruta de su lenguaje, sus descripciones y sus frases. Esa ausencia de clímax genera la sensación de estar en buena compañía, de estar con un amigo, no con un amante. Los amigos nunca defraudan, l@s amantes sí, hay que juzgarlos, ponerlos nota. Pero al bueno de Patrick no hay que ponerle en la balanza, vale su peso en oro. Oro idéntico lingote a lingote pero no por ello menos valioso.
Quien lo descubriera en El Pedigrí y le haya seguido por Dora Bruder, Calle de las tiendas oscuras hasta llegar a Villa Triste notará a lo sumo el cambio de escenario: París desaparece y nos hallamos en una villa de vacaciones burguesa cercana a Suiza. (¿realmente existieron lugares tan tranquilos y disipados, con personas que ven caer los meses tomando el sol, cenando y bailado en hotelitos de postín?). Eltriángulo intemporal formado por el pseudoconde Victor Chmara, su amanteYvonne y el inseparable Meinthe nos sume en la apatía y la indolencia por la vida real. Condenados, como parecen, a renacer día tras día sin final, su vida fluctúa sin sentido desde las primeras páginas hasta las últimas. Modiano sigue con sus piruetas del ‘durante’ al crear un relato carente de principio y con un leve final donde la trama central ocupa la práctica totalidad del mismo.
Hoteles, películas, cenas libidinosas con los amigos, coches, perros, concursos de belleza, conforman el paisaje de Villa Triste. La ausencia de pasado, la ignorancia del futuro, los guiños a personas que de pronto vuelven a la memoria, la conciencia de impostor continua, son los genes de Modiano que abundan entre sus páginas. Ese único mundo en blanco y negro lleno de personajes incapaces de salir de él, crea una atmósfera leve de tensión que sigue satisfaciendo a sus seguidores ávidos de devorar los recuerdos de este amigo que lo es,Patrick Modiano.
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