“UN INSOLITO DÍA PARA SILVESTRE MENDO”
De GONZALO MARTIN
J. De la Rúa Ante
todo me gustaría realizarte una entrevista que no se cimentara en preguntas y
respuestas sino en la consideración de los pensamientos que vayan imponiendo de
alguna manera dicha reflexión, y, en este caso, comentar mutuamente nuestras
experiencias vividas con la novela Un insólito día para Silvestre Mendo,
que aparecerá próximamente en Araña editorial.
Para
mí Un insólito día para Silvestre Mendo es una novela con connotaciones
muy especiales… una especie de construcción-desconstrucción en la vida de un
ser humano y a la vez de la sociedad en la que vive que va convulsionando el
pensamiento del lector continuamente.
Un
ir venir por la literatura del realismo sucio, pero también una explosión de
escape hacia una literatura metafísica, filosófica o existencial. Además el
valor que yo le doy es el exquisito gusto por el vocabulario extenso… lo que
invita a esforzarse en saber más sobre la vida del personaje y, por extensión,
del mundo en el que habita. Lo que está fuera de nosotros y que nos destruye y
lo que está dentro de nosotros y destruye… Es tal vez una forma de pensamiento
oriental que a mí me fascina encontrar en la literatura, y que muy pocas
veces detecto en la narrativa actual. Lo
fascinante es que un escritor tan joven aparezca en la escena literaria con su
primera novela desnudando todo nuestro
sistema de vida... El espíritu y la mente con todas sus necesidades, creadas
por la hipocresía de vivir a expensas de la sociedad corrupta y la necesidad
imperiosa de escapar hacia una salida que además tú en tu historia dejas
abierta hacia un sinfín de salidas... Es una metáfora de la vida y la muerte
conmovedora.
G.MARTIN Me gusta pensar en Silvestre como un comodín
humano del que hay que aprovecharse. Como si fuera un jodido aliviadero sobre
el que arrojar nuestras mierdas y miedos. Me explico. A todos nos cuesta romper
con la tensión estructural de nuestra vida diaria, el jefe, los hijos, los
sueños que quedan en NADA, etc... Silvestre es la vía de escape a todo eso;
leyendo su historia podremos identificarnos con él o todo lo contrario, que nos
guste más o menos, pero siempre estaremos abriendo una fisura emocional en nuestra
(casi siempre) monolítica SUBJETIVIDAD. Silvestre presenta un perfil tan
alambicado, complejo e incrédulo, que facilita enormemente coger lo que nos
interese de él y tirar el resto. Ya habrá otro al que ese componente residual
satisfaga.
Y es
así, a partir de una cadena de desechos reHECHOS, reciclados y restilizados,
como se saca provecho de su miseria. Como con el cerdo: hasta los andares.
Él sabe que tiene para todos. Tiene determinación para dar y tomar,
paciencia para asimilar el rechazo, hidalguía para enmendarlo. Y
no le interesa mucho más. Tan sólo el beneplácito de cada uno de los
individuos. Pero ¿por qué? ¿Por qué no manda todo a la mierda, qué le importa a
él la ruindad de la gente? Es nuestro particular cabeza de turco. Un perro de
paja ficticio que aúna características de todas las tendencias y se convierte
así en piedra angular del desquite, o algo así. Está ahí para que todos le
veamos; para que encontremos atractivo alguno de sus atributos y nos aferremos
durante el tiempo que dura el viaje. Al fin y al cabo lo interesante de la vida
es la variedad.
Y por eso nada a su alrededor parece
absoluto, salvo sus cojones. El que piense que encontrará al final de la obra
un desenlace único y verdadero, se equivoca. Para eso pueden leer a cochinos megalómanos
tipo Pérez-Reverte, las trilogías basura
HOMBRESQUENOAMABANASUSPERROS o TENGOGANASDETI,DECAGARTEENCIMA y todo eso...
Pero a mí que no me vengan con pautas ontológicas inamovibles.